viernes

Como sentarse en una jaima sin perder la dignidad, los nervios ni la compostura.

Un día cualquiera de verano sales de tu casa porque has quedado con unos amigos para “tomar algo”.

Llegas al lugar de quedada y después de estar todos en una esquina 15 minutos con la misma conversación (que aunque pasen los años tiene la capacidad de repetirse como un bucle espacio-tiempo) sigues escuchando:

-¿Dónde vamos?

-Donde queráis

-A mí me da igual

-Lo que decidáis vosotros

-A mí es que realmente me da igual, donde queráis


ahhhhhhhhhhhhh

…………….y así hasta el infinito elevado a n (por supuesto el número de minutos de indecisión es directamente proporcional al frío que haga en la calle)

-Pero venga, luego habláis ¿a dónde vamos?

Entonces ya, alguien que está hasta las mismísimas peich de tener los amigos que tiene y que pasa de tener que ingresar en la planta de hipotermia del Miguel Servet propone un sitio.

-¿Por qué no vamos a uno nuevo que han abierto? Está un poco lejos pero…

-Pero nada, nos vamos a ese.

Así que allí que nos vamos. Resulta que el bar tipo jaima está en la otra punta de la ciudad , y, si, aunque aquí tenemos la suerte de llegar anywhere en 20 minutos, no quita para que de haberlo sabido con antelación hubiésemos quedado todos ya en otro sitio más cercano. Pero bueeeeeeeeeeno, no pasa nada.

Qué sitio tan bonito, tan árabe y con tanto encanto: montones de cojines bordados de colores pastel en el suelo a modo de sillones, mesitas bajas de plata envejecida para tomar el té, velas ,cortinas de hilo y varas de incienso que te colocan desde el minuto uno.

Dos horas para decidir donde nos sentamos y llega el gran momento:
¿Cómo te sientas casi al ras del suelo  y no parecer un espantapájaros cuando llevas un vestido aunque sea divino? Si has trabajado en el circo del sol como contorsionista tienes ventaja, pero en el resto de los casos, NO.
Así que claro,  con lo que  nos ha costado unificar agendas, (cientos de correos para poder quedar dos horas la ingente cantidad de 5 personas), bloquearnos el día desde hace un mes y medio, lo que nos ha llevado decidir y llegar al sitio en cuestión, lo menos que puedes hacer es sentarte como puedas y sonreír mientras piensas que como dice una amiga mía “Cada uno tiene los amigos que se merece". Amén

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y después de todo esto...seguro que luego cuando quedeis otro día nadie querrá volver allí, porque en el fondo no importa a quien se le ocurriese...luego resulta que no le ha gustado a nadie...Ya se sabe, con los sitios originales pasa siempre lo mismo...que majo, que original...si!!! pero luego a quedar donde siempre.

Anónimo dijo...

Qué gran fuente de inspiración es la vida diaria y los amigos originales!